martes, 29 de abril de 2008

Poema escrito con Juan

Suavehermosamente plegadas las horas.
Madre o mar, moría lentamente en su silencio;
pero el silencio no puede ser ignorado.
(Qué quería más que nadar en el agua de su vientre)
Esas tazas de café anunciando tempestades,
su boca llevando el desierto de las caras de Pascua
como las flores del jardín que se supone indemne.
Su blusa era una bandera indigenista
y puede que una máscara no sea siempre signo de inversión.
Todavía aireado en la derrota sin agua,
en ese caso la memoria, esa servilleta usada.
Bajofondo,
tus ojos, tulipas indecentes, estracto de tiempo sin acabar.

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