martes, 29 de abril de 2008

Otoñándose


Por fin
las ganas y los hechos
dejan de ser líneas paralelas
para ser una misma

Caminar con las manos en los bolsillos
bufanda al cuello
cudrillé del frío
medias de lana

Con una mano dentro de otra mano
dentro de

los farolitos que a la noche
vuelven a la gente traslúcida
los vidrios empañados
niegan los espejos

Es que la sola idea
de meterme debajo de una frazada
y pasar así el invierno
cerrando los ojos para poder abrirlos y verte


Ni remotamente parecido a otros otoños
pero otoño al fin
con la alegría desatada de ver las hojas
que son del viento
volando y aplastarlas

Cuando un café es el todo
si hay una presencia
Qué mejor que el otoño para volverse todo lo que una niega ser
Total
cartas de amor escribió todo el mundo.

Y yo prefiero
tu ausencia sabiéndote
a mis anteriores indiferencias.
Como un planeta mareado al rededor de un sol en llamas...
(náusea)
lejos, pero la lejanía de la mirada vacía
de la incapacidad de llegar a algo que está
ahí, a un dedo de distancia
a una palabra equivocada de kilometraje

(náusea)
la incomprensión de la superposición de conciencias
que ahora se saben extranjeras
el desconocimiento total
absolutamente no graduado

(náusea)
pero yo no entiendo
si las palabras o lo no dicho
fue lo que condujo a estos puñales por la espalda
y se sabe que el silencio no puede ser ignorado

(náusea)
de los cambios que no se sabe de dónde salen
y que nadie buscó
y que nadie esperaba ver estar
y que sin embargo están

(náusea)
la misma náusea del miedo al miedo
ahora certeza
de tener un desconocido más en la lista
de dolores
de
(náuseas)

Esta vez con Loli

"Había chanchos en tu corazón sangrante cuando sonaba estruendósamente Beethoven en casa de Teodoro pero milagrosamente Arcoiris Resurgente terminó iluminando cada rincón mugroso de gallinas disfónicas cuadripléjicas discapancheras doradas cantando sinfonías trifulqueras inmorales que llegaban a incontables maremotos destructores irreverenciales hasta infinitos abismos."


Mascando sueños insípidos de tabaco estupefaciente,
en el río las cosas son siempre efímeras.
En una fingida guerra de besos que muerden,
si no hubiese más colores que los de un orgasmo
y se superpusieran las neurosis subyacentes de facetas adyacentes de mis múltiples personalidades,
un segundo sería un eterno devenir de presiones abismales.
Su libertad arcoiris es producto de cadenas invisibles,
ataúdes llenos de hormigas, vómitos del tiempo y
todas las predicciones zodiacales ignorantes de lo que es vivir al límite.
Discapanch, refugio de los deseos más deleznables;
me revienta que me zarandees los ojos como polleras de flamenco
pero es por la inmoralidad asquerosa de las pústulas de tu piel.

Poema escrito con Juan

Suavehermosamente plegadas las horas.
Madre o mar, moría lentamente en su silencio;
pero el silencio no puede ser ignorado.
(Qué quería más que nadar en el agua de su vientre)
Esas tazas de café anunciando tempestades,
su boca llevando el desierto de las caras de Pascua
como las flores del jardín que se supone indemne.
Su blusa era una bandera indigenista
y puede que una máscara no sea siempre signo de inversión.
Todavía aireado en la derrota sin agua,
en ese caso la memoria, esa servilleta usada.
Bajofondo,
tus ojos, tulipas indecentes, estracto de tiempo sin acabar.

Tautologías y otras mierdas II

Me pierdo, luego existo. Ergo, la existencia laberíntica del enfermo. O del cuerdo que se sabe solo.
Estoy muriendo porque alguien ha creado un silencio para mi. O bien, estoy sola porque yo se ha ido. Pero es lo mismo.
El orden de las palabras no altera el producto. Las letras son estáticas, eclécticas. Tienen miedo, se quedan quietas para no romper el silencio.
Un silencio ha de ser muy caro -piensan-, un silencio no debe ser roto. Es más fácil reponer una lamparita. O eso dicen.
¿Qué es una lamparita? ¿No es como un tornillo luminoso?
Vuelta al tornillo, y ahí vamos (ja, qué redundancia), que poco original que soy al final.
Al final. ¿Al final? ¿Al final de qué?
Catedral, estación terminal.

Se mueven entre los renglones cuando las luces están apagadas.
Yo, mientras tanto, me quedo con las plumas atascadas en la garganta.


Nada sobre escritura.

Tautologías y otras mierdas

De cómo, poco a poco, perdemos la ternura.
Es mentira que lo que no te mata te hace más fuerte. Salvo que por más fuerte entendamos más indiferente.
Pero ese no es mi concepto de mejoría.
¿Dónde quedó aquello de endurecerse pero sin perder -jamás- la ternura?


casacasacasacasacasapuerta

y ahí es cuando se pudre todo.
no se puede decidir todo en función de la razón.

Un segundo más

Para que nuevamente
cuando el domingo sea
día-pánico y todo
tenga igual de cero sentido
que la orientación
y que los gatos.

Porque las ganas inconclusas
ese devenir de inequidades
otra vez al margen del deseo
sin que importe que tus manos,
tus ojos.

No. No más podredumbre de salón.
No más cánticos a la parodia
de la sonrisita fácil
la alegría fingida.

Y capaz se trata
simplemente
de mirarnos más allá de la piel.